martes, 14 de enero de 2014

EL NIÑO ADOPTADO EN "¡A DORMIR!" DEL DOCTOR EDUARDO ESTIVILL

Como ya he comentado en el artículo anterior, hay un apartado en el libro ¡A Dormir! del doctor Estivill que quiero comentar en detalle por la importancia de sus repercusiones. Es un apartado cortito, titulado "Los Niños Adoptados", apenas tres párrafos que  se pueden resumir en una simple frase que a mí me puso los pelos de punta: 
"Debéis actuar como si hubiera nacido el día que llegó a vuestra casa, independientemente de la edad que tenga". 
Un frase que demuestra una ignorancia tan inmensa sobre el niño adoptado y sus necesidades que me parece necesario hacer una denuncia pública porque este libro - o su famoso predecesor "Duermete niño", para el caso lo mismo me da - dirige y condiciona el comportamiento de millones de padres respecto al sueño infantil en todo el mundo hispanohablante.

Dada la importancia de esta afirmación del doctor Estivill, he pensado que lo mejor sería recurrir a una profesional realmente especializada en el niño adoptado. Por eso Montse Lapastora, psicóloga clínica y directora del Centro de Psicología y Adopción Psicoveritas, ha tenido la amabilidad de escribir el texto que os muestro a continuación explicándonos por qué un niño adoptado NUNCA debe ser tratado como si hubiera nacido el día que llegó a nuestra casa, y por qué las técnicas cognitivo-conductuales basadas en  dejar llorar son especialmente dañinas para ellos

No es la primera vez que el doctor Estivill muestra públicamente su ignorancia en todo lo concerniente a los niños adoptados y el mundo de la adopción en general. Hace unos años la asociación CORA (Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento) ya pidió en un comunicado de prensa que se retirara uno de sus libros, un cuento infantil titulado Lila tiene un hermanito, entre otras cosas debido a:
  • La presentación de la adopción como un acto de caridad por el que los niños deben estar agradecidos.
  • Una falta absoluta de empatía con los sentimientos del niño adoptado.
  • Afirmaciones del tipo: los hijos adoptados se comportarán como hijos "naturales" si como tales son tratados. 
Desgraciadamente el libro nunca fue retirado, y el doctor Estivill sigue dando consejos sobre un tema extremadamente delicado del que no sabe absolutamente nada.


Sin más preámbulo os dejos con las palabras de la psicóloga especializada en adopción Montse Lapastora. Espero de todo corazón que lleguen a todos los padres adoptivos que en este momento se estén cuestionando si aplicar o no aplicar el método Estivill a sus hijos. 

-------------------------------------------

La siguiente frase: "Hay que tratar al niño adoptado como si hubiera nacido el día que llegó a casa”, se encuentra en la página 74, capítulo 2, del libro ¡A dormir! Del doctor Estivill.

¡No podía creer lo que estaba leyendo!, he tenido que repasarla varias veces para convencerme de la autenticidad de la afirmación que tenía delante.

Los niños adoptados no pueden tratarse obviando su vida pasada, pues todas sus experiencias pre-adoptivas van a quedar  marcadas en su memoria implícita y muchos de sus comportamientos y estados psicológicos posteriores se verán influidos por aquellas experiencias.

Los niños adoptados han sufrido como mínimo una rotura vincular, la separación de su madre biológica, separación que será vivida por ellos como un trauma “el trauma del abandono”. Además hay que añadir que muchos de ellos han vivido otras situaciones traumáticas como el maltrato físico y psicológico, desnutrición, abusos y/o falta de afecto. 

Comparación entre el cerebro de un niño 
convenientemente cuidado y un niño que 
ha sufrido abandono extremo (Perry, 2004). 
Rosa Fernández(1) en su artículo “La adopción y el hipocampo en la escuela primaria” refiere lo siguiente:
“Investigaciones científicas recientes han demostrado que la falta de vinculación afectiva durante los primeros años/meses de vida supone un grave trauma para el desarrollo de  la personalidad, ocasionando cambios neurobiológicos que influyen en el desarrollo tanto a corto como a largo plazo. Entre las alteraciones estructurales del sistema nervioso que los malos tratos o las situaciones de estrés postraumático (y el abandono lo es) provocan en el niño, podemos destacar:
  • La disminución del volumen del hipocampo 
  • Alteraciones a nivel de amígdala
  • Alteraciones de las estructuras cerebelares, del cuerpo calloso y del córtex prefrontal
  • Funcionalmente, se observan secuelas cognitivas (bajo rendimiento escolar), altos niveles de estrés psicosocial, dificultades conductuales y problemas sociales, que en algunos casos recuerdan un comportamiento pseudo-autista.”
Daniel Siegel (2), S. Gerhardt (3) y otros autores (estudiosos del desarrollo humano y de las consecuencias del estrés en los bebés) también hablan de cómo las experiencias traumáticas y de estrés en el inmaduro cerebro de un bebé generan consecuencias a corto y largo plazo.

Vamos a ver cómo actúa el estrés en los bebés:

Para un bebé la sensación de estrés es percibida como una situación de desprotección y muerte, él no puede valerse por sí mismo y cualquier vivencia de malestar le deja a merced de otro, necesita a un tercero para sobrevivir. Ante una situación de peligro, nuestro sistema fisiológico de emergencia se pone en marcha para defendernos del ataque. El impacto emocional o la información traumática recibida quedará almacenada en la red neuronal, de forma que será la responsable de que ante una futura situación de amenaza, tanto física como emocional, se responda automáticamente. Este sistema de alarma es válido para las situaciones de amenaza, nos avisa ante el peligro y recupera la normalidad cuando este ha pasado. 

Cuando un bebé siente miedo (miedo que expresa a través del llanto cuando esa emoción no le deja dormir), él no sabe que lo que tiene es miedo, lo que percibe es una sensación de malestar que hace que su sistema fisiológico de alarma se active elevando el nivel de las hormonas implicadas en la respuesta al estrés, como son el cortisol y la noreprinefina. Cuando el bebé se calma el nivel de cortisol vuelve a su estado normal. Pero cuando en un bebé, y este es el caso de muchos niños criados en orfanatos o en condiciones de abandono, esta situación se repite una y otra vez, su nivel de cortisol no recuperará su estado normal. Cuando la información que recibe su cerebro es excesiva y no la puede codificar de forma adecuada, lo que hace es paralizarla, manteniéndole en un estado permanente de alerta inhibiendo la capacidad para recuperar su estado neurofisiológico normal.

Las repercusiones en el inmaduro sistema nervioso de un bebé pueden ser falta de empatía y excesiva reactividad al estrés. Son niños que tienen muy poca resistencia a la frustración, que pierden la capacidad para autoregularse emocionalmente, además de todo lo mencionado más arriba por Rosa Fernández.

No podemos negar la influencia de todo esto, un niño adoptado que ha pasado por las situaciones traumáticas que hemos mencionado, no puede ser tratado de la misma manera que un niño cuyo desarrollo ha estado bajo condiciones de afecto y satisfacción de sus necesidades básicas de forma adecuada.

Un niño adoptado lo que necesita son unos padres con los que pueda construir un vínculo afectivo y reparar, en la medida de lo posible, todo el daño que sufrió en su vida preadoptiva. La construcción y reparación del vínculo puede hacerse tanto de día como de noche. La oxitocina es la hormona del apego, que se segrega con el contacto físico piel con piel. Pongámonos en el lugar de un niño que viene de un orfanato en el que nadie le hacía caso cuando lloraba, dejó de emitir el llanto porque nadie le calmaba, pero esa falta de atención básica le hizo generar  creencias sobre sí mismo del tipo: no importo, no valgo, no merezco que me quieran. Creencias que acompañan a los niños y adultos adoptados con las que trabajo todos los días en la consulta.

Si la familia que adopta al niño no atiende su llanto, estaría comportándose de la misma forma que lo hacían en el orfanato, y estaría reforzando el sentimiento de abandono y las creencias negativas que tiene el niño sobre sí mismo. 

¿Cómo nos sentiríamos nosotros si nos arrancan de nuestro entorno conocido, sea el que sea pero es el que conocemos, nos llevan a un sitio totalmente desconocido, con personas muy diferentes a nosotros a las que no entendemos y cuando nos sentimos asustados, nadie nos consuela ni acompaña, y además nos tratan como a todos los demás que están inmersos en esa cultura y totalmente adaptados a ella.  Si esta situación es terrible para un adulto, pretender que un niño la pase solo me parece, como mínimo, cruel.

Este niño lo que necesita es dormir con sus padres, necesita que le cojan cuando llora, necesita que le calmen y que le transmitan que ahora es importante, que sus necesidades ahora sí van a ser satisfechas, que ahora es escuchado y tenido en cuenta. Todo esto podrá minimizar el daño sufrido por ese llanto desatendido.

Yo recomiendo el Colecho a aquellas familias que me consultan. Creo que un niño cuando se incorpora a su nueva familia necesita elementos de seguridad, y dormir con sus padres es uno de los factores que fomenta la seguridad y la vinculación afectiva. Después de un tiempo de practicar el colecho los padres me confirman que tanto la seguridad como el comportamiento de sus hijos mejoran notablemente.





BIBLIOGRAFÍA
  1. Rosa Fernández: Dra en biología. Profesora titular en la Universidad de A Coruña
  2. Daniel Siegel:  Autor de “La mente en desarrollo”. El Dr. Daniel J. Siegel es médico y profesor clínico de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la UCLA, dentro de la facultad del Center for Culture, Brain, and Development y es codirector del Mindful Awareness Research Center.
  3. Sue Gerhardt: Autora de “El amor maternal” especialista y estudiosa de el mundo afectivo del bebé. 


domingo, 12 de enero de 2014

¡A DORMIR! DEL DOCTOR EDUARDO ESTIVILL.

Han tenido que pasar dos años y 600 artículos científicos sobre el sueño infantil para que yo haya sido capaz, por fin,  de comprarme el libro  ¡A Dormir! del doctor Eduard Estivill. Han sido 15 euros gastados con mucho dolor, todo hay que decirlo, pero teniendo en cuenta que sale de las manos de la persona gracias a la cual me embarqué en la aventura de escribir un proyecto llamado El Debate Científico sobre la Realidad del Sueño Infantil, que menos que agradecer su empujoncito con unos cuantos euros de beneficio ¿no?

No voy a haceros aquí una crítica exhaustiva del libro porque otros antes que yo ya lo hicieron, tanto de sus libros como de su método. Así que, exceptuando un pequeño apartado del libro que ha sido pasado por alto en críticas anteriores y que desarrollaré en otro post a su debido tiempo, prefiero remitiros a las que a mí más me han gustado de las que se pueden encontrar en internet:

No puedo dejar de citar también la excelente crítica que han hecho profesionales de referencia en sus libros: El pediatra Carlos Gonzalez en Bésame Mucho,  la psicóloga Rosa Jové en Dormir sin Lágrimas y el pediatra Jose María Paricio en Tu eres la Mejor Madre. Y si hablamos de autores internacionales tenemos que citar  al matrimonio Sears (William y Martha, él pediatra y ella enfermera) con diversos libros, entre los que se encuentra Tu hijo dormirá y tú también, a Margot Sunderland con La Ciencia de ser Padres, y al profesor James McKenna con Dormir con tu bebé: una guía para padres sobre el colecho. Y ya que vivo en Suiza, no quiero olvidarme de un libro excelente de la asesora de lactancia materna y enfermera Sibylle Lüpold: Ich will bei euch schlafen! (Quiero dormir a vuestro lado), que desafortunadamente todavía no está traducido al español, pero espero que podamos contar con él en el futuro. 

Por lo tanto, y dada la cantidad inmensa de respuestas en contra del método Estivill y sus libros, poco podría yo añadir de nuevo tras echar una ojeada a ¡A Dormir! Ya que, sorprendentemente, esta nueva versión del antiguo "Duérmete Niño" tiene pocas novedades más allá del cambio de título, algo de información sobre el sueño fetal (tal vez porque en las críticas al primer libro se referían en varias ocasiones al hecho de que los fetos ya saben dormir) y no sé que aplicación para el iPad  que, francamente, me parece escandalosamente insultante. 

Y digo que me sorprende la ausencia de cambios sustanciales porque el doctor Estivill siempre dice que todo lo que escribe se basa en lo publicado en las revistas científicas. Pero resulta que desde que salió el Duérmete Niño hasta esta nueva versión, ¡A Dormir!, el mundo científico está sufriendo un cambio importante y sustancial que no se ve reflejado en absoluto en la obra de este autor. Y este hecho realmente me ha sorprendido (ingenua que es una).

Para explicaros esto que digo, de nuevo os remito a otros artículos. En este caso dos recientes colaboraciones mías en la página web de Pedagogía Blanca bajo el título EL SUEÑO DE NUESTROS HIJOS ¿REALMENTE QUEREMOS QUE DUERMAN COMO NOS DICEN QUE DEBEN DORMIR?

Pero si queréis profundizar más sobre este tema os animo a leer completamente  El Debate Científico sobre la Realidad del Sueño Infantil. Vale mucho la pena porque así tendréis una visión completa de lo que se está cociendo entre los investigadores internacionales más prestigiosos sobre el sueño infantil . 

El profesor Avi Sadeh
Sólo como ejemplo puntual de lo que estoy afirmando, que el método Estivill está obsoleto y la comunidad científica le está retirando (un poco disimuladamente, como mirando para otro lado, pero retirando) su apoyo, quiero poneros aquí unas palabras publicadas por Avi Sadeh. El profesor Avi Sadeh, psicólogo clínico, es una de las autoridades mundiales en este tema con cerca de 120 publicaciones en revistas revisadas por pares *, entre las que se encuentra al menos 8 artículos en Sleep, una de las revistas más prestigiosa en la especialidad del sueño, y 4 en Pediatrics, la revista más prestigiosa en pediatría a  nivel internacional (ya sé que comparar está feo, pero mirando en el PubMed - el mayor banco de datos de publicaciones científicas del mundo - Estivill tiene unos 25 artículos, ninguno en Sleep, y la mayoría en revistas españolas de muy bajo factor de impacto. Aunque sí tiene un artículo en Sleep Medical reviews, una revista de prestigio comparable a Sleep, pero este artículo nada tiene que ver con el sueño infantil ). 

En una respuesta escrita a cuenta de un artículo publicado por S Blunden en el que criticaba la aplicación de técnicas cognitivo conductuales para enseñar a los niños a dormir (Blunden SL, Thompson KR, Dawson D. Behavioural sleep treatments and night time crying in infants: challenging the status quo. Sleep Med Rev 2011; 15: 327-334) Sadeh contesta lo siguiente (Sadeh A, Mindell JA, Owens JWhy care about sleep of infants and their parents? Sleep Medicine Reviews 2011; 15: 335-337.):
"However, it should be emphasized that the vast majority of modern behavioral interventions are based on somedegree of continued caregiver response to the infant throughout the sleep initiation or resumption process. Some methods recommend continuous presence of the parents next to the infant crib during the process or throughout the night."

"En cualquier caso, debería enfatizarse que la vasta mayoría de intervenciones conductuales modernas se basan hasta cierto punto en la respuesta continua del cuidador, tanto durante el inicio del sueño como durante su reanudación. Algunos métodos recomiendan la presencia continua del padre/madre al lado de la cuna durante el proceso o durante la noche"

O sea, que en la actualidad la "vasta mayoría de técnicas" ya no consisten en dejar llorar al niño y atenderle a intervalos crecientes de tiempo, tal y como indica el método Estivill, sino que se basan en una atención continuada, tal y como explican el propio Sadeh y otros autores al publicar técnicas alternativas, como la llamada "de retirada" o el "Huggie Puppie" (Para más información ver el capítulo 2 de la revisión).

Otro ejemplo de la falta de coherencia entre el método Estivill y la tendencia científica más actual: en la página 50 del libro, Estivill dice que el llanto del niño que reclama no es de "sufrimiento" sino de "comunicación". Increíble pero cierto. Esto me ha recordado que Sadeh diseñó su método Huggie-Puppy para tratar el terror que sentían los niños que vivían en zonas de guerra. Después se le ocurrió aplicar el método a los niños "normales" que no querían dormir solos. Creo que nadie duda del sufrimiento y el miedo que quiere trasmitir con su llanto un niño que vive aterrorizado por las bombas, los ataques y las muertes en un país en guerra. Con este método Sadeh les ayuda a superarlo. El hecho de que también funcione con los niños "normales" no expuestos a amenazas reales ¿ No nos está demostrando muy claramente que el origen del llanto es el mismo? El niño se siente aterrorizado, haya o no una amenaza real. Porque es un niño y su realidad no es la misma que la de un adulto. Así que, ¿A que viene eso de llanto de comunicación y no de sufrimiento???????? 

Cuando un niño llora solo en la oscuridad de su habitación es un llanto de terror, de dolor, de soledad, y eso es precisamente lo que nos está tratando de comunicar. ¿Funcionaría el Huggie Puppy con los niños "normales"  si solo lloran por capricho? Lo dudo. Si el niño es tan inteligente y maduro que es capaz de llorar para manipularnos, dudo mucho que se dejara manipular por un simple peluche desamparado.

Así que, estimado doctor Estivill, le informo, por si no lo sabe, de que los investigadores más prestigiosos y punteros en el campo del sueño infantil se están bajando del burro de las técnicas basadas en dejar llorar. Francamente, esperaba encontrar al menos una mención de las técnicas alternativas recientemente diseñadas en su libro, pero me he quedado con las ganas. A lo mejor es que si lo hacía se le complicaba el diseño de la aplicación para el iPad. 

Me parece a mí que va a tener que actualizarse. No se preocupe que yo le echo una mano: lea El Debate Científico sobre la Realidad del Sueño Infantil antes de publicar su próximo libro y verá como estará mucho más en concordancia con las más recientes novedades científicas. 







-----------------------------------

* Las revistas revisadas por pares, o peer review journals en inglés, son revistas científicas de las más diversas disciplinas, a las cuales los grupos de investigación mandan los artículos que han escrito y que son producto de su trabajo e investigación. Los artículos mandados a estas revistas sólo serán publicados si previamente han sido aceptados por 3 o 4 revisores que valoran su calidad. Estos revisores son científicos especializados en el mismo tema que trata el artículo, generalmente de un alto prestigio internacional. Así cualquier científico importante es a la vez revisado, cuando manda sus trabajos, y revisor, cuando valora y decide si son publicables o no los trabajos de sus colegas. Para que unos resultados sean validados y reconocidos por la comunidad científica tienen que haber sido publicados en una de estas revistas. Lo que no sale en ellas, no existe, aunque ya haya sido presentado en un congreso. La categoría de estas revistas se mide, entre otros parámetros, por el factor de impacto. Cuanto más factor de impacto tiene, más categoría, y por lo tanto más credibilidad. Al menos en teoría porque ya son muchos los científicos que alzan la voz en contra de este método de valoración, dadas sus importantes limitaciones. Pero, de momento, esto es lo que hay. La calidad del trabajo de un científico se mide según su factor de impacto personal, esto es, el número de artículos que ha publicado y el factor de impacto de las revistas donde ha publicado. No es lo mismo publicar en Pediatrics (factor de impacto: 5.1) o Sleep (factor de impacto: 5.1), que en New Englan Journal of Medicine ( la reina, con un factor de impacto de 50) o, por el contrario, en el Anales de Pediatría (factor de impacto 0.8)  o la Revista de Neurología (factor de impacto 1.8). Los factores de impacto van variando cada año. 









jueves, 9 de enero de 2014

SEPARACIÓN MADRE-BEBÉ: ¿COMO LLEGÓ A NORMALIZARSE EL NIDO?

Estoy leyendo un interesantísimo libro, Evolution, early experience and human development, editado por cuatro grandes investigadores en el campo de la neurología: Darcia Narvaez, Jaak Panksepp, Allan N Schore y Tracy R Gleason. Como cada capítulo es independiente de los demás, lo que hace que no sea necesario leerlo en orden, tras leer el primero, escrito por los cuatro editores, he saltado al noveno porque el tema me interesa muchísimo para la revisión científica sobre el sueño infantil. Este capítulo habla sobre el cuidado nocturno del bebé y está escrito por la conocida investigadora en sueño infantil y lactancia materna, Helen Ball, en colaboración con Charlotte K Russell

Prof. Helen Ball
Ni que decir que este capítulo, en el que Ball y Russell hablan de lactancia nocturna desde una perspectiva evolutiva muy interesante, no tiene desperdicio. De hecho el libro entero no lo tiene y me encantaría tener el tiempo necesario para devorarlo de una tirada, en lugar de ir robándole minutos al día para sumergirme en él. Pero el caso es que no lo tengo, así que me he levantado a las 4:30 de la mañana con la intención de leerme el capítulo entero antes de que se despertara la tropa a las 7:30, pero me he quedado en el segundo apartado ya que no he podido evitar la tentación de traducirlo para escribir este post y así compartirlo con todos vosotros. 

El apartado en cuestión se titula: La medicalización del nacimiento, y explica cómo llegó a normalizarse la separación del bebé de su madre tras el nacimiento. Yo encuentro interesantísimo saber el origen de nuestras costumbres. De hecho me parece fundamental tener este conocimiento para poder decidir si seguimos o no una determina tradición, y no limitarnos a hacer las cosas porque "se hacen así desde siempre" o "las hace así todo el mundo". 

Os dejo las palabras de Ball y Russell explicando lo que parecen algunas de las razones principales por las cuales se normalizó la presencia del nido en nuestros hospitales, con la consiguiente separación de la madre y el bebé cuando mas juntos deberían mantenerse.


"Una consecuencia del aumento del tamaño del cerebro seguido de una disminución de la pelvis, fue que el nacimiento se volvió una actividad peligrosa asociada a altos índices de mortalidad entre las madres y los bebés a lo largo de la historia de la humanidad (Loudon, 1993). (Comentario personal: yo creo que las causas de la alta mortalidad asociada al parto son otras, pero ya hablaremos de esto en otra ocasión. Para compartir estas palabras no necesito estar al 100% de acuerdo con sus autores.) 



Durante la era victoriana, las intervenciones dirigidas a disminuir el miedo al dolor y a la muerte durante el parto se volvieron populares (Loudon, 1993; Tew, 1995). El uso del cloroformo, el anestésico de aquella época, estaba restringido al uso hospitalario; las mujeres cada vez con más frecuencia decidían parir en los hospitales para que se les pudiera administrar este anestésico, incluso aunque las madres a las que se había anestesiado eran incapaces de atender a sus bebés mientras se recuperaban de los efectos del gas. Debido a esta incapacidad temporal de la madre, se establecieron los nidos en los hospitales, donde las enfermeras cuidarían de los bebés (Tew, 1995). Estos esfuerzos para mejorar la experiencia del parto en las mujeres tuvieron repercusiones serias e inesperadas en el cuidado temprano del bebe y la relación madre-bebé. La subsiguiente aparición de anestésicos como el sueño crepuscular o los barbitúricos intravenosos (Pitcock & Clark, 1992; Tew 1995) también incapacitaban a la mujer durante y tras el parto: la recuperación era un proceso largo y mientras tanto el cuidado del bebé era imposible. 

Estos anestésicos también afectaban a los bebés, que nacían adormilados e incapaces de responder o mamar, siendo muchos alimentados a la fuerza durante sus primeros días de vida. Incluso la capacidad para respirar se podía ver comprometida, por lo que los bebés en los nidos tenían que ser cuidadosamente monitorizados (Feldhusen, 2006). A partir de la década de los cuarenta, cuando las prácticas higiénicas y los antibióticos se introdujeron en la práctica clínica y la mortalidad en el parto declinó, la proporción de partos hospitalarios aumento exponencialmente, llegando a su máximo en 1973,cuando un 99% de todos los nacimientos en EEUU tuvo lugar en hospitales bajo el control de un médico (Nusche, 2002). La separación de la madre y el bebé tras el parto era ya una rutina. Aunque las campañas dirigidas a reducir la medicalización de los nacimientos, como las encabezadas por Grantley Dick-Reed y Fernand lamaze, redujeron el uso de narcóticos durante el parto en las décadas de los cincuenta y sesenta ( Feldhusen, 2006; Nusche, 2002; Tew, 1995); el continuo traslado de los neonatos al nido se siguió justificando con la necesidad de controlar las infecciones. Las madres ya no estaban incapacitadas para cuidar de sus bebés, pero los bebés eran llevados a "un lugar seguro" para ser puestos en observación, y se animaba a las madres a descansar tras el parto, mientras miraban a sus bebés a través de una mampara de cristal y se reencontraban con ellos solo en los momentos programados para alimentarles (Hock, Mcbride & Gnezda, 1989)." 

Como ocurre frecuentemente en nuestra cultura, y seguro que en todas las demás también, numerosas tradiciones y costumbres están todavía vigentes, a pesar de que las razones por las que en su momento fueron implantadas han desaparecido. En este caso nos referimos a la separación de la madre y el bebé tras el parto. Hoy en día las madres ya no están adormiladas por los barbitúricos o el cloroformo. Tampoco existe un riesgo real de infecciones, más bien todo lo contrario, ya que está ampliamente demostrado que el lugar más seguro y saludable para un recién nacido es sobre el pecho de su madre. Pero, a pesar de ello, la gran mayoría de hospitales y clínicas siguen separando a las madres de sus hijos nada mas nacer. Por suerte es una costumbre que está cayendo en desuso, mas en unos países que en otros, aunque lo cierto es que encuentro que lo hace a una velocidad irritantemente lenta, sobretodo teniendo en cuenta las aplastantes evidencias que nos demuestran el peligro que tiene para la salud de nuestros hijos, el éxito de las lactancias y la relación entre madre e hijo. Yo misma tuve que sufrirlo cuando parí a mi segundo hijo en el Hospital de Barcelona hace casi 7 años. Espero que en estos años hayan tenido tiempo de cambiar el protocolo.

Así pues, si alguien necesita otra razón para convencer al personal sanitario del hospital donde vas a parir, o ya has parido, de que no le separen de su bebé tras el nacimiento, aquí la tiene: las razones por las que se impuso esta costumbre ya no existen. Y si todavía se muestran reticentes podéis explicarles el experimento de los monos (que en realidad nunca se hizo tal y como se explica en este vídeo y por la red, pero es bastante parecido a otro que sí llegó a hacerse y que debo tener citado en algún lugar... de cuyo nombre no llego a acordarme. Haz click sobre la imagen para ver el vídeo)





Bibliografía:
  • Feldhusen AE. The history of mildwifery and childbrith in America: A time line. Midwife Today 2006; Retrieve May. From www.midwiferytoday.com/Articles/Timeline.Asp
  • Hock E, McBride S, Gnezda MT. Maternal separation anxiety: Mother-infant separation from the maternal perspective. Child Development 1989; 60: 173.
  • Loudon I. An international study of maternal care and maternal mortality. 1800-1950. New York, NY; Oxford University Press. 1993.
  • Nusche J. Lying in. Canadian Mediacal Association Journal. 2002; 167: 675.
  • Pitcock CD, Clark RB. From fanny to Fernand: The development of consumerism in pain control during the birth process. Ameriacan Journal of Obstretrics and Gynecology 1992; 167: 581.
  • Tew M. Safer childbirth? A critical history of maternity care. London:Chapman and Hall. 1995