domingo, 7 de diciembre de 2014

¡QUE VIVA LA REVOLUCIÓN!

THOMAS S. KUHN
Hace unos días publiqué en este blog y en la revista Naukas, ciencia, escepticismo y humor una artículo como respuesta al escrito por Jesus Rosino en la misma revista, en el cual hacía un análisis de la ciencia del sueño infantil desde la perspectiva de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). En dicho artículo aplicaba la clasificación de Kuhn de Ciencia Normal (CN) y Ciencia Revolucionaria (CR) (entendiéndose la primera como la ciencia que sigue el status quo o paradigma dominante sin llegar nunca a cambiarloy la segunda como la que provoca el cambio, como solución a la crisis que provocan las contradicciones que se van acumulando en la CN) a la realidad actual de la ciencia del sueño infantil.  De esta manera consideré como CN al que, como muy bien dice Rosino, es el status quo dominante en la pediatría del sueño: el bebé/niño que debe dormir en solitario, un número determinado de horas seguidas por la noche, sin despertar a sus padres y autoconsolándose tras cada despertar nocturno. Basándose en esta premisa diseñan sus investigaciones importantes profesionales de la pediatría del sueño como Mindell, Sadeh o Hiscock.

La CR del sueño infantil, la que realizan investigadores como McKenna, Ball o Douglas, sería la que parte de la base de que el colecho y la necesidad del bebé/niño de la presencia y el consuelo de sus padres para dormirse es un comportamiento natural y saludable del cachorro humano que debemos respetar. La CR, por lo tanto, se cuestiona las mismísimas bases de la CN dominante, aspirando a cambiar el paradigma establecido. En los últimos años hemos podido observar como esta CR es defendida y compartida por un número creciente de profesionales de la medicina, psicólogos y padres, al mismo tiempo que va ganando terreno en el cerrado mundo de la publicaciones científicas revisadas por pares. 

El día de su publicación más de 400 personas compartieron mi artículo en Facebook, lo que para mí es todo un honor. Y, entre los compartidos, la amiga de una amiga mía dejó un comentario que me encantó. Desgraciadamente he olvidado dónde lo vi exactamente, quién fue la autora (por favor si lees este post y quieres que te nombre, dímelo) y cuales fueron las palabras textuales, pero más o menos vino a decir que le había hecho gracia mi aplicación de la teoría de Kuhn  a la ciencia del sueño infantil, y el hecho de que considerara a los mimos "revolucionarios".

Y lo cierto es que yo ni me había dado cuenta, pues usaba el término Ciencia Revolucionaría en el contexto de Kuhn, lo que me había hecho obviar su significado. Pero esta mujer tenía toda la razón. Dormir a nuestros hijos siguiendo nuestro instinto se puede considerar un acto revolucionario a todos los niveles, en cuanto a que va en contra de la costumbre culturalmente establecida de obligarlos a dormir solos aplicando todos los medios necesarios para conseguirlo. La ciencia que ampara este comportamiento es evidentemente revolucionaria, apliquemos o no los criterios de Kuhn, porque rompe el enfoque y la dinámica de la ciencia tradicional del sueño infantil. Y todo esto me ha llevado a recordar que no es la primera vez que parir y criar a nuestros hijos siguiendo nuestras tendencias naturales se considera revolucionario. No hay más que recordar artículos ya legendarios como "La Revolución Calostral" de Ileana Medina, La nueva Revolución, El Cambio Pacífico, de Ramón Soler y Helena Mayorga, o este otro más reciente de Ester Massó Guijarro: La Lactancia Materna como Catalizador de Revolución Social Feminista (o Apretando lasClavijas al Feminismo Patriarcal): Calostro, Cuerpo y Cuidadoo convocatorias como la Revolución Blanca de Nohemí Hervada y la Revolución de las Rosas de Jesusa Ricoy. También me vinieron a la mente frases legendarias como "La lactancia materna es un acto político de insumisión" de Isabel Aler, el blog La Revolución del Amor", de Leslie Powell, y el ya legendario libro "La Revolución del Nacimiento", de Isabel Fernandez del Castillo.  

Así que, aunque está muy bien que el abordaje multidiciplinar de los estudios CTS nos permita asentar en sólidas bases teóricas la contextualización de la ciencia del sueño infantil, no es que con ello yo haya descubierto la pólvora, ni mucho menos, ya que tampoco es imprescindible para reflejar una realidad ampliamente intuida ya por muchos. Y es que la palabra REVOLUCIÓN está indiscutiblemente asociada a la crianza corporal, amorosa, libre, y deseosa, en la teoría y en la práctica. Gestar, parir y criar cómo nos pide el cuerpo es REVOLUCIONARIO. Y la ciencia que ampara este comportamiento es ciencia REVOLUCIONARIA porque rompe con el status quo dominante de la Ciencia Normal, nacida en el marco cultural de la sociedad occidental; esa misma ciencia que, asentada en sus principios culturales nunca demostrados ni validados por su venerado método científico, nos ha estado obligando a parir tumbadas de espalda, separarnos de nuestros recién nacidos, alimentarlos con leche de vaca, o ponerlos a dormir lejos de nuestros cuerpos (nos dijeron que boca abajo pero, como morían más bebés, después nos dijeron que boca arriba, y al final admitieron que mejor en nuestra misma habitación, aunque siguieron asegurando que mejor en una cuna, claro; lo contrario sería un cambio de paradigma que abandonaría el confortable territorio de la CN y, sobretodo, de los determinantes culturales) entre otros muchos comportamientos claramente aberrantes para la naturaleza de nuestra especie. 

La naturaleza de nuestra especie. Palabras peligrosas para utilizar en un debate, ya que te arriesgas a que te tachen de "naturalista", y te recuerden que lo natural no siempre es lo mejor, para luego pedirte que hagas lo que ellos nunca hicieron: demostrar científicamente que tu desviación del paradigma dominante actual es mejor, olvidándose de algo tan obvio como que cuando se produzco el cambio de paradigma que llevó a cambiar el comportamiento natural, nadie se paró a demostrar con el método científico en la mano qué era lo mejor, o qué efectos finales tenía esa desviación. Pondría los pelos de punta saber la cifra exacta de bebés que han muerto por culpa de dormir solos, boca abajo y no recibir lactancia materna. Sobre los partos intervenidos, mejor ya ni hablar. Seguramente también pondría lo pelos de punta conocer las secuelas que arrastramos de los nacimientos traumáticos, la herida primal y la pedagogía negra, todos y cada uno de los individuos de esta sociedad enferma y sin futuro, en caso de tener una ciencia capaz de sacarlas a la luz. 

Y en este punto me gustaría hacer un pequeño inciso ¿Significa lo dicho anteriormente que todo lo aportado por la cultura y la ciencia tiene que ser desechado frente a lo natural? ¿Debemos, por ejemplo, dejar de usar gafas para la presbicia porque el envejecimiento del ojo "es natural"? No. No se trata de un asunto de todo o nada, sino de valorar correctamente, cuantitativa y cualitativamente, la dosis de cultura y ciencia que conviene a nuestra naturaleza. Se trata de encontrar la bondad de ajuste, esto es, esas condiciones culturales que permitan que nos desarrollemos y vivamos lo más saludablemente posible.  No todo lo natural es lo mejor pero, evidentemente, todo lo cultural tampoco es obligatoriamente mejor que lo natural. Parece mentira que sea necesario aclarar semejantes puntos, pero por los argumentos esgrimidos por algunos defensores a ultranza del status quo, veo que sí que lo es. 

Pero volvamos al tema que nos ocupa. Es verdad, (mejor considerarlo gracioso que terriblemente dramático aplicando el sabio principio de reírse por no llorar) en esta sociedad nuestra hay circunstancias en las que los MIMOS a nuestros bebés son REVOLUCIONARIOS. Cuestionar la autoridad de la fría (y limitada) ciencia basada en evidencia para dirigir la crianza de nuestros hijos es REVOLUCIONARIO. Salirse del camino marcado por la cultura que creó esa ciencia es REVOLUCIONARIO. Cantar a los cuatro vientos las limitaciones de su creación es REVOLUCIONARIO. Reclamar nuestro derecho y nuestra libertad a respetar lo que somos y cómo somos es REVOLUCIONARIO. 

Y es que, no lo neguemos, el amor maternal libre es revolucionario. El deseo maternal es REVOLUCIONARIO. La maternidad no sometida ni a la ciencia ni a la cultura es REVOLUCIONARIA. Porque es LIBRE, INSUMISA, PRIMITIVA, FEMENINA, EMOCIONAL............

 INCONTROLABLE. 

Pues ¡Que caray! que los que quieran sigan en sus trece defendiendo a capa y espada su querido Status Quo, yo no necesito más argumentos, ni científicos, ni pseudocientíficos, ni moralistas, ni valientes, ni cobardes, porque por lo que a mí respecta:

¡QUE VIVA LA REVOLUCIÓN!





Y tú,

 ¿Te atreves a unirte a nuestra revolución?

4 comentarios:

  1. Ole, ole y ole!! Que viva, y que podamos seguir disfrutando de tu escribir revolucionario durante muchos años, María!! Gracias por SER, gracias por ESTAR, gracias por ESCRIBIR... y sobre todo, ¡¡gracias por los "mimos revolucionarios"!!!!

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  2. Gracias a ti Teresa, por ser la persona y médico que eres.

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  3. Me sumo al ole! Somos revolucionarias! Gracias por recordarnoslo!

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  4. Yo también SOY REVOLUCIONARIA!!!
    Gracias por estas palabras que alegran mi alma, porque ellas me ratifican que voy por el buen camino.

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