domingo, 11 de junio de 2017

EL BEBÉ DEBERÍA DORMIR EL PRIMER AÑO EN LA HABITACIÓN DE SUS PADRES. LOS EXPERTOS DE LA AAP SE REAFIRMAN EN SU RECOMENDACIÓN.

Mucho ruido y pocas nueces. Eso es lo que ha ocurrido esta semana con el polémico (y mediocre) artículo de Paul et al. que pretendía cuestionar las recomendaciones de compartir habitación lanzadas a la sociedad por la academia de pediatría más poderosa del mundo: la American Academy of Pediatrics (AAP).

Finalmente yo sigo sin entender como Pediatrics (la revista de dicha academia) ha aceptado un artículo tan limitado y mal diseñado, pero al menos la reacción de la Task Force on Sudden Infant Death Syndrome (el grupo de trabajo contra la muerte súbita del lactante) de dicha academia sí es digna de resaltar porque deja en evidencia la lenta pero continua consolidación de lo que yo considero como la nueva corriente multidisciplinar de la ciencia del sueño infantil dentro de sus filas. 

Lo que quiero decir con esto es que si hasta ahora todas las recomendaciones de la AAP sobre el sueño infantil se basaban en la "pediatría tradicional del sueño", para la cual el sueño del bebé durmiendo en solitario y sin lactancia materna es el modelo de sueño saludable, poco a poco empiezan a consolidarse los trabajos de autores que investigan desde otra perspectiva, más abierta a los conocimientos de disciplinas como la antropología y la biología evolutiva, y que nos enseñan que la manera natural de dormir del bebé humano es en íntimo contacto con su madre y, por lo tanto, ese es el modelo de sueño saludable en el que se deberían basar todas las investigaciones. Y lo mejor es que estas nuevas investigaciones empiezan a influir en el criterio de los que realizan las recomendaciones.

Hasta ahora siempre he pensado que los miembros de la Task Force on Sudden Infant Death Syndrome eran el ejemplo perfecto de expertos de la "vieja escuela", más que nada por su rechazo unilateral al bedsharing, o colecho con el bebé compartiendo cama. Pero he aquí que en la respuesta de dos miembros del grupo, Moon y Hauck, al artículo de Paul et al, puede leerse un avance importante hacia mi esperado cambio de paradigma. En primer lugar, se esfuerzan mucho en defender el Roomsharing, algo que me sorprende ya que utilizan argumentos antes utilizados por los que más critican su aversión al Bedsharing, como la importancia de la lactancia materna (que se ve beneficiada con la cercanía entre madre y bebé por la noche), y la incertidumbre sobre si realmente es seguro y apropiado que un bebé de 4 meses tenga un sueño consolidado, teniendo en cuenta de que las evidencias apuntan a que no lo es

Pero la guinda del pastel es que ya por segunda vez (la primera fue en la actualización de sus recomendaciones oficiales, pero muy sutilmente) abren la puerta a la posibilidad de que realizar bedsharing sea, en ciertas circunstancias, la posibilidad más segura para el bebé. 

Ante la advertencia de Paul et al. de que los padres que comparten habitación con su bebé tienen más posibilidades de meterlo en su cama en algún momento de la noche, en contra de las recomendaciones de la Task Force on Sudden Infant Death Syndrome, y que esa es una razón de peso para sacar al bebé de la habitación lo antes posible, Moon y Hauck responden: 

Esto es realmente preocupante y refuerza la necesidad de que los profesionales de la salud hablen con los padres sobre la importancia de preparar la cama de los adultos proactivamente ante la posibilidad de que se practique el Bedsharing en  medio de la noche. En las recomendaciones para un sueño seguro del año 2016 se reconoce que los padres pueden llegar a dormirse con sus bebés mientras los alimentan, por lo que se recomienda que se quiten almohadas, mantas y otros equipamientos de la cama adulta si existe la posibilidad de que esto ocurra. 

Esto viene de decir que ante el riesgo de que los padres por compartir habitación aumenten la probabilidad de meterse al bebé en su cama, es más recomendable para la seguridad del bebé preparar la cama para que se coleche con seguridad que sacarlo de la habitación.

Y esto, conociendo el desarrollo histórico de la investigación sobre muerte súbita del lactante y las diferentes recomendaciones realizadas a lo largo del siglo XX, es un gran paso hacia el cambio de paradigma, esto es, el ejercicio de una pediatría del sueño más independiente de los prejuicios culturales, morales, religiosos y económicos y mejor informada sobre la naturaleza humana y, concretamente, la diada madre/bebé. 

Os podrá parecer un avance pequeño, pero llevo tantos años leyendo artículos diseñados por y para la vieja escuela, que este paso en lo que yo considero la dirección correcta me llenan de esperanza. Así que a pesar de que Pediatrics ha aceptado esta vergüenza de artículo y, encima, la AAP le está dando bombo; a pesar de que los medios están divulgando con la falta de rigurosidad y honestidad que les caracteriza; a pesar de los pesares, que Moon y Hauck no aprovechen este trabajo para echarse directamente para atrás recomendando que el bebé duerma en otra habitación, y en lugar de ello defiendan el compartir habitación con él usando argumentos de los defensores del colecho, es una noticia estupenda.

Mi agradecimiento y admiración por todos estos investigadores como McKenna, Ball, Gettler, Blair, Bergman, Olza, etc., que hacen ciencia en contra del sistema establecido y, poquito a poquito, están consiguiendo el cambio. 

jueves, 8 de junio de 2017

DORMIR CON EL BEBÉ: ¿SÍ O NO?


Hasta ahora la Academía Americana de Pediatría lo tenía bastante claro: aunque son extraordinariamente reticentes a que el bebé humano duerma en su localización natural ―esto es, en íntimo contacto con su madre―, al menos recomendaba que durmiera con ella en la misma habitación (o que sus padre o cuidadores principales), ya que el riesgo de muerte súbita desciende muy significativamente. Y esto a pesar de su visión "tradicionalista" del sueño infantil, profundamente criticada por muchos autores que defienden un abordaje más mustidisciplinar y abierto.

Pero parece que esta concesión (a medias) a la necesidad primal de nuestras criaturas de dormir al menos cerca de su madre todo un año enterito les picaba, y ya tenían ganas de poner los límites más pronto. Porque, si no, no se entienden que en su revista principal, Pediatrics, una de las más influyentes internacionalmente (si no la más) en el mundo de la pediatría, hayan publicado un artículo tan pobre, cuestionable y sencillamente mediocre como el que saldrá en Julio de este año, y que (desgraciadamente) ya podemos encontrar on line: 


Un artículo que de haber demostrado lo contrario de lo que piensan que han demostrado, por su diseño y metodología no lo publican ni en la "Revista de pediatría integral desorganizada y absurda de Villaqueteempujodeabajo"(*), pero como concluye lo que concluye  no sólo ha sido publicado en una de las revistas de más factor de impacto, sino que ya está siendo divulgado a diestro y siniestro por todos los medios de comunicación con secciones dedicadas a los padres.

Y os preguntareis ¿que concluye el dichoso artículo que María está que se sube por las paredes? pues que los bebés y sus padres duermen mejor en habitaciones diferentes, y que no es necesario que duerman "todo" un año juntos porque el 90% de las muertes súbitas ocurren los 4 primeros meses.

Este mensaje a los medios les ha encantado, por supuesto, porque encenderá debates, likes y shares por doquier. Y que salga en la venerada Pediatrics le da su (inmerecido) certificado de calidad. Ya veo a ciertos divulgadores sobre el sueño frotándose las manos porque tienen otro artículo "publicado en una revista muy importante" para apoyar sus (más que muy moral y científicamente cuestionables pero extraordinariamente rentables) métodos de adiestramiento del sueño en solitario. 

Pero dejadme explicar por qué este artículo es mediocre y nunca debería haber sido publicado en una revista de la categoría de Pediatrics. De hecho, os voy a explicar a fondo una sola razón. Hay más, porque el enfoque completo del trabajo es más que cuestionable, pero esta razón principal la vais a entender rápidamente y me sirve como ejemplo perfecto de lo chapuzas que son muchas veces los investigadores en sus ganas de demostrar sus hipótesis a toda costa, y de cómo los intereses culturales, sociales y hasta económicos son capaces de comprar incluso el respetado, y supuestamente objetivo e independiente, sistema de "peer review" (revisión por pares) de las publicaciones científicas.

El quid de la cuestión para mí es el siguiente: Todo el trabajo se basa en cuestionarios. No hay ni una sola medida objetiva del sueño de los bebés. 

¿Y por qué es esto tan importante?

Imaginad que un científico quieren saber como cantan una muestra de niños. Si cantan fuerte o cantan bajito. Se supone que cantar fuerte es malo porque irrita las cuerdas vocales. Para saberlo, en lugar de oír cantar a todos los niños lo que hacen es preguntar a los padres. Pero los niños están divididos en dos grupos: los niños de un grupo cantan en la misma habitación que los padres y los del otro grupo en una habitación diferente. Después preguntan a los padres como han oído el canto de sus hijos, si fuerte o bajito. Los padres cuyos hijos estaban en otra habitación oyen el canto significativamente más bajito que los que tienen al niño en la misma habitación. Entonces los investigadores concluyen que los niños que cantan en una habitación separada de las de sus padres cantan más bajito, por lo que dañan menos sus cuerdas vocales. En estas circunstancias no pueden sino recomendar que los niños nunca canten cuando se encuentran en la misma habitación que sus padres. 

Los autores de nuestro artículo protagonista han hecho exactamente lo mismo. Sí, así de surrealistas pueden ser algunos estudios científicos. 

Tal vez penséis que ésta es una comparación exagerada (¡los niños están durmiendo, no cantando!), pero fijaos: en el estudio en cuestión los investigadores valoran el sueño infantil mediante cuestionarios a los padres para comparar la calidad del sueño entre los  niños que duermen en la habitación con sus padres o en otra habitación, y llegan a la conclusión de que como los padres reportan más sueño nocturno y periodos de sueño sin interrupción más largos en los niños que duermen en otra habitación, estos realmente están durmiendo mejor, asumiendo por defecto que los padres que duermen separados de su bebé tienen la misma capacidad de valorar su sueño (en cantidad y calidad) que los padres que duermen con el bebé al lado. Y eso, señores, me parece a mí que es mucho asumir, sobre todo cuando las evidencias apuntan exactamente a lo contrario, ya que está demostrado que los padres que duermen lejos de sus hijos no tienen una apreciación realista de su sueño (o de las interrupciones del mismo: no siempre que el bebé está despierto los padres lo oyen). Por su naturaleza y objetivos este trabajo debería haber incluido obligatoriamente una medida objetiva del sueño infantil. Como mínimo la actigrafía, aunque dadas las limitaciones de esta técnica, especialmente con niños, hubiera sido mucho mejor una grabación con cámara de vídeo. Pero no lo han hecho.

Así que aunque los autores aseguran haber demostrado que los niños duermen más tiempo por la noche y periodos más largos de sueño seguido (a diferentes edades que van entre los 4 y los 12 meses, pero no quiero entrar en detalle), lo cierto es que solo han demostrado que los padres tienen esa apreciación. Claro, ellos reconocen esta limitación, pero no le dan importancia argumentando que los despertares que ocurren cuando bebé y padres comparten habitación ocasionan intervenciones no necesarias de los padres, afectando su sueño, y que es por eso por lo que los padres se quejan en la consulta del pediatra, por lo que es lo único relevante. O sea que, por delante de como duerma el niño, lo que realmente importa aquí es el sueño de los padres. Digo yo que, entonces, no pueden concluir ―tal y como hacen― que el niño duerme más y mejor, sino que los padres se enteran menos de (y por lo tanto intervienen menos en) los problemas de sueño de su hijo, y eso les permite dormir mejor. Y me pregunto por qué no dicen las cosas claras ajustándose a lo que realmente han observado. Será que vende menos esta versión más realista de sus conclusiones, ya que podría ser bastante cuestionable animar a los padres de bebés de 4, 6 o 12 meses a dormir lejos de sus hijos para que no se enteren cuando estos tienen problemas de sueño

Hay más limitaciones y muy importantes, pero me alargaría demasiado si las analizara aquí todas. De momento os cito brevemente algunas de las preguntas abiertas con las que me deja este artículo:
  1. ¿Cómo pueden asegurar los autores que las características del sueño que supuestamente tienen los bebés que duermen en solitario son más saludables que las de los niños que comparten habitación? Sí, ya sabemos que dormir bien y lo suficiente es importante. Pero ¿cual es ese "bien" y "suficiente" para la cría humana? Porque hasta ahora no veo que se haya demostrado que un sueño consolidado a los 4 meses sea más saludable que el sueño natural de los bebés que duermen como deben, esto es, en contacto con su madre y mamando a demanda (el, espero que ya famoso, Breastsleeping de McKenna). Este artículo, por lo tanto, parte de la naturalización del sueño en solitario realizada por la pediatría del siglo XX y ya denunciada por McKenna a principios del XXI. Una vez conocida la situación no veo que los que tanto defienden esta manera antinatural de dormir se molesten en comprobar si supone realmente un beneficio en el desarrollo físico, cognitivo o emocional del bebé, más allá de si los padres duermen mejor o peor lo que, dicho sea de paso, no depende tanto de la localización del sueño como de las expectativas que la pediatría del sueño nos mete en la cabeza
  2. ¿Como afecta a la lactancia a medio y largo plazo el sueño en solitario? Ya observan menos tomas nocturnas en los que duermen solos, lo que era esperable. Esta imposición del sueño en solitario tan temprana podría dificultar enormemente el establecimiento y continuación de la lactancia materna, tan fundamental para la salud de la diada madre/bebé. Algo muy importante a considerar si pretenden cambiar las recomendaciones oficiales sobre el sueño, especialmente porque en nuestra sociedad no se cumplen las recomendaciones oficiales sobre la duración de la lactancia materna ni de lejos. Digo yo que, para lanzar recomendaciones oficiales, no todo puede depender de que los padres duerman mejor si su hijo está en otra habitación. Porque esto nos lleva a la siguiente cuestión:
  3. ¿Qué pasa con todos esos beneficios, algunos ya descubiertos (favorece la lactancia materna, cambia la arquitectura del sueño de la madre y el bebé, para ciertos grupos de madres supone un mejor descanso, el bebé está más relajado, llora menos y se mueve menos, etc.) y otros todavía por descubrir, que son consecuencia directa del colecho entre madre y bebé? Pues pasa que en este artículo "se los pasan por el forro". O sea, los ignoran. Pero nunca debería ignorarse esta realidad tan compleja a la hora de recomendar a la población donde debe dormir sus hijos, digo yo. 
  4. Por otro lado, argumentan que como el 90% de las muertes ocurren los primeros 4 meses de vida y por eso no tiene sentido alargar más el dormir en la misma habitación con el bebé. Pero, ¿Sabemos acaso el peso que tiene el sueño en solitario como factor de riesgo en la población de bebés mayor de 4 meses? Yo no lo sé, y no sé si ellos lo saben o ni siquiera consideran la posibilidad de que poner a los bebés a dormir solos a partir de los 4 meses aumente significativamente la frecuencia de muerte (sea síndrome de la muerte súbita u otro tipo de muerte inesperada y súbita del lactante) a partir de esta edad. En cualquier caso, aunque solo un 10% de las muertes súbitas del lactante ocurran a partir de los 4 meses, si dormir en solitario aumenta significativamente el riesgo no debería ser ignorado a la hora de recomendar el sueño en solitario por la (supuesta) comodidad de los padres.
  5. Y por último: ¿Cómo pueden seguir publicándose artículos sobre el sueño infantil tan escandalosamente sesgados por los valores culturales del sector dominante de la sociedad occidental industrializada, y que se empeñan en convertir en evidencias científicas lo que ni de lejos lo son? Ya desde el principio del artículo el sesgo cultural es inaceptable: desde la advertencia a los padres de que si no sacan a los bebés a dormir fuera de su habitación antes de los 12 meses luego les costará mucho más, hasta la exclusión intencionada del colecho en la misma superficie (bedsharing), porque va en contra de las recomendaciones de la AAP. También asumen que un factor negativo de tener al bebé en la misma habitación es que hay más probabilidades de que se lo metan en la cama, considerando este comportamiento como "de riesgo" e ignorando observaciones como la realizada en un estudio reciente de Blair, en la que podemos apreciar como a partir de los 4 meses el colecho realizado en la misma cama en condiciones seguras es un factor preventivo de muerte. 
En conclusión: cuando veáis en los próximos días titulares asegurando que la evidencia científica dice que hay que sacar a los bebés de la habitación cuanto antes, no os los creáis. Están basados en un estudio mediocre, con un sesgo cultural en su diseño e interpretación inaceptable, posiblemente publicado en una revista de alto impacto por las limitaciones de un sistema, el de revisión por pares, que no escapa a la compleja realidad de la ciencia como mero producto de la sociedad que la crea y, por lo tanto, sujeta a sus determinantes culturales e intereses varios.

Artículo de interés:

EL BEBÉ DEBERÍA DORMIR EL PRIMER AÑO EN LA HABITACIÓN DE SUS PADRES. LOS EXPERTOS DE LA AAP SE REAFIRMAN EN SU RECOMENDACIÓN.












(*) La bromita viene a que en el mundo de las publicaciones científicas cuanto más local es una revista científica y más largo su nombre, generalmente menos impacto (y por lo tanto calidad) tiene. 

sábado, 3 de junio de 2017

LLORAR NO ES MALO. DEJARLES LLORAR, SÍ.



Todos sabemos que en la vida hay lobos con piel de cordero, o manos de hierro con guantes de terciopelo. Pero yo todavía me sorprendo cuando encuentros casos como el que os voy a explicar hoy.

Ayer Sibylle Lüpold, enfermera, IBCLC y especialista en sueño infantil, con la que tengo el honor de colaborar profesionalmente, me preguntaba si conocía a Kel Whittaker, una profesional con extensa formación en la salud infantil fundadora de Institute of Sensitive sleep consulting (Instituto de la consultoría sensible sobre el sueño infantil). 


Y no, no la conocía. Me paseé un rato por la web. Todo eran palabras de sensibilidad y respeto. Respeto por los niños y respeto por los padres. Incluso está asociada a Attachment Parenting International, y exponen sus principios así: 

  1. Ser respetuosos con los estilos de paternidad
  2. Apoyar una relación nutritiva entre padres e hijos 
  3. Alentar la lactancia materna siempre que sea posible y apoyar la elección de la madre. 
  4. Estar actualizado sobre las recomendaciones para un sueño seguro, especialmente a la hora de apoyar a las familias que quieren colechar. 
  5. Escuchar con atención y empatizar con las familias que están pasando por momentos sensibles. 
  6. Mantener un alto nivel de profesionalidad y un profundo apoyo al cliente. 
  7. Considerar los 8 valores de la crianza con apego 
  8. Guiar a los clientes con soluciones personalizadas nacidas de la comprensión y el respeto. 
Suena todo bastante aceptable, aunque hay puntos en los que tienes que asumir que hay un límite. ¿O van a apoyar y respetar a unos padres que utilizan el castigo físico y el maltrato para criar a sus hijos? En cualquier caso, si algo he aprendido en estos 12 años de maternidad, es que la crianza corporal, respetuosa o natural, no se puede imponer desde afuera, sino, si acaso, ayudar a que nazca desde dentro mediante la información y el apoyo. Además, tampoco es una entidad sencilla. Habrá muchas familias que no dan el pecho ni colechen, pero no por eso no están criando con respeto y corporalidad a sus hijos. En eso todos estamos de acuerdo. Hay tantas situaciones diferentes como familias, y lo único importante aquí es que se actúe desde el conocimiento de, y el respeto por, la naturaleza humana. 

Pero unos minutos más tarde Sibylle me mandó este artículo, 


y se me cayó la venda de los ojos. 

En él Whittaker asegura que va a analizar las dos "corrientes" existentes dentro del sueño infantil que todos ya conocemos. En pocas palabras: los que defienden el sueño en solitario y dejar llorar para conseguirlo y los que no. Pero, a continuación, se pasa el resto del trabajo asegurándonos que llorar no estresa a los bebés, que no es malo, que las lágrimas cambian su composición según el tipo de llanto (si, yo también me he preguntado que qué importa eso en este contexto) y, por extensión, no hay nada malo en dejar llorar a los bebés para enseñarles a dormir, ya que el desarrollo de "esta habilidad de por vida", según ella, tendrá suficientes consecuencias positivas como para contrarrestar el llanto producido sólo temporalmente. También asegura algo que todos sabemos: que la privación del sueño tiene efectos negativos importantes, pero no dice nada sobre la posibilidad de que el niño, y la familia entera, duerma de maravilla en compañía. Como si el sueño saludable de todos dependiera de establecer a toda costa y cueste lo que cueste, el sueño en solitario del bebé. 

Nada sobre la necesidad primaria del bebé y niño de estar en contacto con su madre y cuidadores para relajarse y dormir. Nada sobre que separar a un bebé de su madre es uno de los factores más estresantes que puede sufrir la criatura, haya o no haya llanto. Nada sobre que el colecho intencionado sólo ha demostrado, hasta el momento, efectos beneficiosos para todos. Y nada sobre que TODOS los niños sanos acaban aceptando el sueño en solitario cuando están preparados para ello. TODOS. Y esto lo demuestran numerosos artículos científicos a favor de las técnicas cognitivo conductuales. De hecho ella cita uno de los más importantes, el de Price del año 2012, en el que se demuestra que a largo plazo duermen exactamente igual los niños adiestrados y los niños control. Pero ella esto no lo dice así, sino que lo utiliza para argumentar que adiestrar no tiene efectos negativos a largo plazo, pasando por alto que tampoco tiene efectos positivos. Por lo demás, el de Price es un artículo sin capacidad para demostrar los efectos negativos (ni lo positivos), pero no voy a entrar en ello aquí. 

Finalmente la estrategia evidente de todo el artículo es obvia: desviar la atención hacia el mensajero, el llanto, para hacer creer al lector que como el llanto no es malo, provocarlo tampoco lo es. Por supuesto, el llanto en sí mismo no es malo porque es un mecanismo de defensa y adaptación al estrés. Hay llantos diferentes y es evidente (y está demostrado científicamente) que todos nos sentimos mejor después de llorar que antes (sí, ella también utiliza este argumento). 

Pero dejemos las cosas claras. El problema no es el llanto, el problema es provocar la situación de estrés que provoca el llanto. O que no lo provoca, porque Middlemiss, a la que Whittaker también cita, demuestra que los bebés adiestrados siguen estresados aunque ya no lloran. Por cierto, que Whittaker asegura que en el trabajo de Middlemiss los bebés se estresaban porque no les permitían a sus madres verlos, cuando lo cierto es que también se valoraba el estrés de la madre al ver a su hijo llorar o cuando lo veía supuestamente tranquilo, llegando a demostrar que cuando el bebé lloraba la madre estaba estresada (como el bebé) pero que cuando no lloraba la madre se relajaba (a diferencia del bebé), por lo que se producía una desincronización. Es precisamente esta desincronización la observación más relevante de este estudio. Imposible, por lo tanto, que sea verdad lo que asegura Whittaker, de que las madres no podían ver a sus bebés. (¿Se habrá leído el artículo?). En cualquier caso, intentaré contactar directamente con Middlemiss para que me explique este punto. 

Por lo tanto, aquí lo cuestionable no es el llanto de un bebé, sino la imposición de una situación estresante para el bebé. Una imposición absolutamente incompatible con las palabras "respeto", "sensibilidad" o "empatía". Siendo conscientes de que muchas familias decidirán el sueño en solitario por múltiples razones, y respetando esta decisión, creo que es obligatorio que cualquier consultora del sueño realmente respetuosa tenga muy claro que imponer este comportamiento creando una situación de estrés aguda (que generalmente generará un fuerte estallido de llanto como manifestación del estrés sufrido, aunque no siempre) no es ni científica ni éticamente aceptable. 

Por lo demás, sólo me queda destacar que en este contexto no son aplicables observaciones como la de que los bebés no siempre lloran por estrés porque un trabajo demostró que los bebés con cólicos no tenían el cortisol más alto que los bebés control. En nuestro caso creo que no hay lugar a dudas de que los bebés sí están estresados, y eso está demostrado. De hecho, repito, en esta situación Middlemiss observó que están estresados incluso aunque no lloren. 

Así que mucho cuidado. Que no os hagan matar al mensajero (el llanto) mientras os cuelan el lobo (la imposición del sueño en solitario mediante una técnica conductista irrespetuosa) en el rebaño.